Llega un momento en que las palabras no sirven para nada, son inútiles, estériles, vacuas. Te llenas la boca y el pensamiento de ellas para... nombrar lo innombrable, comprender lo incomprensible, justificar lo injustificable, pero llega un momento en que hay que dejar de hablar, hay que afrontar los hechos y aceptar que no hay nada más que decir.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario