jueves, 5 de julio de 2007

Kilo y medio

Si han leído algunas de mis entradas se habrán dado cuenta de mi interés por las emociones, los sentimientos, la psicología y el comportamiento humano. En realidad lo que me importa son las personas, tal vez y simplemente porque soy una de ellas.
Instintivamente siempre he pensado que cuanto más se sabe de uno mismo más se comprende a los demás y cuanto más se observa a los demás más se descubre uno de uno mismo. Aunque seamos islas perdidas y solas formamos parte de un todo común que nos une inevitable y maravillosamente.
Bueno pues a raíz de un nuevo encuentro que estimo balsámico, dadas mis circunstancias de los últimos tiempos, he tomado conciencia de que tengo cerebro, increíble ¿verdad?, ¿cómo me había podido pasar inadvertida la necesidad de comprender cómo funciona mi cerebro para comprenderme? ese ordenador de kilo y medio que controla desde mi dedo meñique del pie hasta mi sentimiento más sublime, parece ciencia ficción: realmente somos máquinas mágicas.
Nos parece muy lógico padecer un dolor de barriga o de cabeza, hacernos un rasguño tras otro sin que nos cause asombro alguno, rompernos un brazo o una pierna... todo eso lo comprendemos fácilmente, es habitual, es CONOCIDO pero ¿qué pasa con todos esos dolores del cerebro que por ser poco habituales o comunes o conocidos provocan la incomprensión y temor de los que los viven y de los que los conviven?
Señores el cerebro también se pone enfermo y yo no lo sabía, puede tener lo equivalente a una gripe o una rotura y así como al PC se le pueden reinstalar los programas, al kilo y medio hay que reprogramarlo a base de paciencia, tiempo, autoconocimiento y comprensión.
Sé muy poquito del tema, justo acabo de descubrir mi disco duro pero ¡es apasionante! ¿no les parece?

No hay comentarios: