martes, 27 de febrero de 2007

Éramos de azúcar

Cuando yo iba al cole y jugaba con gente mayor que yo a la hora del recreo, yo era de azúcar. Así denominaban a los pequeños que participaban en los juegos de mayores y por ser menores, por disponer de menos habilidades y recursos se les permitía disfrutar del juego sin tener que asumir las normas del mismo, se les permitía jugar sin poder ni tener que ganar o perder: éramos de azúcar.
Miro a mi alrededor y veo demasiados adultos de azúcar, personas que restan importancia a sus actos como si los suyos no contaran en el juego. Nunca he sido nada competitiva por lo que los términos ganar y perder no me quitan precisamente el sueño, lo que me lo quita es la irresponsabilidad y sus consecuencias.
Nuestros actos son nuestra responsabilidad y restarles importancia es una absurda y absoluta pérdida de tiempo porque los actos son en su medida y sus consecuencias también.
Recuerdo que cuando jugábamos en el patio los mayores nos usaban para intentar ganar y querían echarnos cuando sentían que les hacíamos perder, pasa lo mismo con los adultos de azúcar, a veces parecen útiles pero la mayoría de las veces no son más que una carga.
No somos de azúcar, cierto que no todos disponemos de las mismas habilidades y recursos pero es nuestra responsabilidad de adultos aceptar eso y asumir las normas del juego.
Sonará a tópico pero todo tiene un precio, unas exigencias, todo, incluso el amor las tiene y lo que no se exige hoy se exige mañana, ojalá fuéramos más conscientes de ello... no se trata de una amenaza, ni siquiera de una advertencia, se trata de una cruel realidad: todo lo que restamos, acaba por sumar.

No hay comentarios: