domingo, 4 de marzo de 2007

El más listo de todos

Para poder mentir es preciso saber la verdad, con esa idea podríamos pensar que aquel que no sabe la verdad y miente no es responsable de su mentira, sería estupendo pero no es así, en ese caso es doblemente responsable: de no saber la verdad y de mentir.
No aceptar o no querer saber la verdad para poder mentir sin temor a hacerlo es un hábito muy común, muy útil a nivel circunstancial pero muy absurdo e inútil a largo plazo porque mentir es un acto y todo acto conlleva consecuencias.
Los motivos que llevan a mentir son infinitos, cobardía, irresponsabilidad, miedo, ignorancia... hay infinitas motivaciones que generan mentiras pero lo preocupante es que el que miente parece no saber quien es el principal perjudicado cuando lo hace, de saberlo probablemente no lo haría.
Aparentemente uno miente a los demás, aunque eso sea verdad es una verdad a medias o una verdad inexacta, parece que sólo miente a los demás cuando en realidad y principalmente se miente a si mismo, eso conlleva unas consecuencias para si e inevitablemente para los demás, el que las consecuencias sean distintas no implica que no existan.
Pongamos que yo miento para eludir una responsabilidad eso evidentemente conlleva unas consecuencias para los demás: alguien tendrá que asumir esa responsabilidad por mi, eso si no me pillan, si me pillan las consecuencias pueden ser múltiples pero si no me pillan ¿qué consecuencias conlleva eso para mi?: creer que puedo eludir mis responsabilidades sin más.
Al pobre pringado que le haya tocado asumir una responsabilidad mía pringará una vez, dos, tres, las veces que se deje pero ¿quien pagará a largo plazo la mentira? ¿quien cree que puede eludir sus responsabilidades sin más? ¿quien cree que si no le pillan la mentira no tiene consecuencias?. Mis responsabilidades son mías, puedo intentar eludirlas tantas veces como quiera, toda la vida si quiero, pero no dejarán de ser mías y no asumirlas tiene consecuencias mayores que pringar circunstancialmente por la mentira de un irresponsable.
Me diréis, - Sí bueno pero yo he conseguido eludir mi responsabilidad que es lo que quería. Eso parece sí pero no has calibrado las consecuencias que esa irresponsabilidad conlleva: ahora eres más dependiente de los demás, no has puesto a prueba tus capacidades por lo tanto no sabes la medida que tienen, has perdido credibilidad ante ti mismo, tendrás que gestionar el sentimiento de culpa, tendrás que sobrellevar el temor a ser descubierto, todo eso afectará a tu auto-estima y a la confianza en ti mismo, aunque ahora te sientas el más listo de todos a la larga no saber si puedes contar contigo te exigirá su precio. Y me dirás: - Sí puedo contar conmigo, claro que puedo, sólo que esta vez no quería hacerlo. Y te diré: - ¿Estás seguro de eso? precisamente contamos con aquellos que no asumen sus responsabilidades, confiamos en los que mienten ¿verdad?. Puede que los demás no sepan que has mentido, aunque se atrapa antes a un mentiroso que a un cojo, pero pongamos que no lo saben, ellos no pero tú sí.

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