lunes, 19 de marzo de 2007

Resaca permanente

Ser diferente... preguntarle a cualquiera, preguntarle si quiere ser diferente, me juego el cuello que la mayoría dirán que lo son y se les llenará la boca de orgullo al decirlo, como si ser iguales fuera posible, como si fuera un mérito ser único, aquí está la confusión.
Es innegable que ser únicos nos hace eso: únicos y cierto es que ser únicos nos hace maravillosos, seres inigualables, inimitables, seres preciosos como piedras preciosas y en cada uno de nosotros hay un ser en extinción pero ser diferente es otra cosa, ser demasiado diferente no es precisamente un regalo. Se puede ser levemente diferente, lo justo para destacar lo justo, más es un exceso y los excesos no son buenos, no son agradables porque conllevan resaca y andar de resaca permanente es cuanto menos agotador.
A todos esos que se les llena la boca preguntarles si les gustaría ser gordos o cojos o ciegos o retrasados o superdotados, seguro que se negarían a las cuatro primeras opciones y firmarían para la quinta, pero ser diferente, demasiado diferente es igual de terrible en positivo que en negativo porque el delito está en excederse en algo, eso te aleja del mundo, te separa de él, te señala y si a todos los que se les llena la boca de orgullo se les da tan bien reivindicar su diferencia es porque confunden los términos único y diferente, ambas cosas son inevitables pero así como la primera nos hace iguales y nos une, la segunda nos separa.
Si todos fuéramos iguales sería muy aburrido, ¿cuántas veces habré escuchado esa afirmación? eso lo dicen personas que ignoran que el hecho de que todos seamos únicos inevitablemente nos hace iguales. Los que dicen eso no quieren ser diferentes quieren ser únicos, lo son desde el día en que nacieron pero la falta de conciencia les impide ver esa realidad que escapa a su voluntad y para la que no se precisa esfuerzo alguno, no hay necesidad de piercings ni corbatas, la identidad está en los genes por mucho que la humanidad se empeñe en buscarla más allá de la piel.
Así que nadie me diga que quiere ser diferente porque me nacerán las ganas de decirle que se corte una pierna.
Si lo que se desea es hallar la propia identidad y reivindicar el tesoro que somos bastará con saber ser uno mismo. El que desea ser diferente no sabe lo que desea, a no ser que su deseo sea la soledad.

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