Últimamente me está ayudando mucho el diccionario:
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Amistad: Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato.
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Afecto personal, puro y desinteresado, eso es el amor, eso es la amistad y poca gente goza y sabe dar ese afecto puro y desinteresado. Por ser un bien tan escaso es que la amistad no tiene precio.
Yo soy amiga mía, de mi madre, de mis hermanos, de mi familia, de mis amantes, de mis amores y de mis amigos, porque la amistad es la base del amor, la esencia del mismo, después, la forma, la concreción, el grado de implicación, es lo que le cambiará el nombre pero nada más.
¿Es que queremos menos a un amigo que a una madre? no, le queremos diferente, en la forma, en el grado pero no en el amor. ¿Es que queremos menos a un amigo que a la pareja? no, simplemente nuestro compañero, nuestra pareja es nuestro mejor amigo, el más implicado de todos pero nada más (y nada menos).
¿Es que queremos menos a un amante que a un amigo? ¿es que se puede querer más o menos? no, sólo se puede querer distinto pero en cualquier caso debería ser amor y el amor no es MÁS o MENOS, el amor ES o NO ES.
En un mundo en el que el amor a penas sobrevive es lógico que mis palabras no tengan mucho sentido pero así es para mi, en mi mundo, en el mundo que yo soy.
Ofrecerle amistad a alguien es sin duda el mayor de los regalos, luego la forma, el nombre que devenga de ese regalo depende del grado de implicación y la capacidad de amar de los implicados.
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